Hoy fue el primer día de trabajo en la oficina de Buenos Aires. Mi jefe es un viejito buena onda, pero algo cabrón.
Fue un verdadero trámite. Saludar a todos, sonreir, presentarme y ponerme a leer.
Almorcé solo y no me importó. Caminé un rato.
Voy a entrar a un proyecto mal parido, mal crecido y mal educado. Anda todo mal y por eso me llamaron; para que me vaya al sur, al frente de batalla. A fin de cuentas, Abel no fue tan choto y me recomendó bien. Habló bien de mí y acá estoy, como si fuera un profeta.
Volví a casa tarde y me fui a andar en bici con la camperita que me regalaron en el proyecto de Estados Unidos... ese que fui por mi anterior laburo. Mi primer viaje al imperio en muchísimos años fue por laburo.
Extrañé Manhattan, los regresos a New Jersey en bondi de noche... la extrañé a ella y me acordé de aquélla.
Con las gotas de sudor se van los recuerdos, la gente, el tiempo.
La cadena necesita más aceite.
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