El subsistema onírico volvió a funcionar por primera vez en dos años.
Estaba con mis amigos y aquella en un Central Park recién llovido, con charcos. Nos atacaban pequeños rateritos y nos defendíamos a los golpes.
Estaba con los del laburo y ella en un Woodstock ruso, con pinos. Nos vendían lugares buenos por un par de euros y ella me daba cambio.
Finalmente se iba con su alguien en un Fiat Uno, después de la ceremonia religiosa de una pareja indefinida.
Y a su hijo, que se iba en un micro escolar, lo despediría soltera.
Regocijarme al ver a la conchuda llorando y acercándose a mí para chaparme en una sala de reuniones.
Todo era posible. Tal vez sea nuestro destino.
Se siente bien volver a soñar durmiendo y vivir despierto.
Buen augurio!
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