Acá estoy solo, nadando contra la corriente de un río de gente. Fluye el caudal del recurso humano desde la puerta de ingreso a la puerta de salida; flujos turbulentos y remolinos me intentan ahogar y sólo los espíritus benignos me reconfortan, pero son sólo espíritus.
El Gordo... Cuánto lo extraño; y al resto también.
Las alianzas son fugaces e interesadas; con socios lamentables y mediocres. No los invitaría a mi casa. No los abrazaría. No los extrañaría.
En Colombia había equipo y lo extraño. Temo romper en llanto si vuelvo a pisar las calles de Bogotá.
Recuerdos grises, recuerdos tristes... y algo de arrepentimiento.
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