Frente al abismo se agrandan los pasos de los elefantes en mis intestinos. Duelen, crujen, suenan y no me dan respiro.
El malestar intestinal genera miedos o los miedos generan malestar intestinal.
Paradoja que no se resuelve y todo suena a arrepentimiento. La ruta, el semáforo, el frío, el tránsito, las bufandas, el cordón de la vereda. Y sigo sin comer. Y no aguanto. No aguanto. No aguanto.
Y fui a la guardia del Hospital Alemán. Y seguían mis datos viejos allí, de cuando yo era chico. Del departamento de Libertad. De cuando mi mamá me llevó por una fuertísima resaca.
Y no tenía nada.
Dieta, pastillitas y ya está.
Misterioso contacto me apareció en el chat de la BlackBerry.
¿Broma de mal gusto o un llamado desde el cielo?
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